2.- Posturas Filosóficas del Amor

Empédocles:

(h. 495/490-435/430 a. C.) sobre el origen del universo había de cuatro ciclos. En el primero todo era permanente y una unidad, en el cual el amor era soberano y dominador en la lucha. En el segundo ciclo comienza la transición: los elementos se separan por la discordia, pero el amor aún puede unirlos en la multiplicidad de seres. En el tercer ciclo, el odio domina y reina la lucha; los cuatro elementos subsisten separados formando masas homogéneas. Finalmente, en el cuarto ciclo, considerando también transición, vuelve a resurgir el amor y los elementos se unen nuevamente en diversas formas y combinaciones apareciendo, de esta manera, nuevas formas sensibles a medida que los elementos se mezclan.




Platón:

Describió al amor, siendo éste el primer estudio filosófico sobre dicho tema, en el cual se refirió al amor como necesidad, carencia, deseo de conquista (de ahí el origen de la frase "amor platónico"), deseo del bien y deseo del vencer a la muerte (por ello, el hombre desea dejar algo nuevo que se le asemeje después de su muerte). Platón definió tantas formas de amor como de belleza, si bien es la sabiduría la belleza a la que consideró como la más elevada de todas, fue al amor a la filosofía al que consideró como el más noble.





Aristóteles:

Planteó que las afecciones del alma, como el amor y el odio, resultan menores en cuanto menor es su unión al alama y al cuerpo, pues pertenecen al hombre como compuesto del alma y cuerpo. El amor es también considerado como amistad; por tanto, el amor es un fenómeno humano. La amistad surge cuando comienza la voluntad de vivir juntos, provocada por la unión del amor al placer. El amor es una afección en la cual cual se unen el deseo y la tensión emotiva. El gozo de la belleza provoca que el hombre sea conmovido por ésta, sin ser amor todavía. Para que sea amor el objeto amado debe desearse cuando se encuentra ausente o anhelado cuando está presente. Con el cristianismo, la noción de amor se transformo a un mandamiento, por medio del cual los hombres se deberán transformar en hermanos (el amor se extiende al prójimo).





San Agustín:

El amor al prójimo se une con el amor de Dios, para formar un concepto teológico en el cual se identifica al amor con el espíritu santo, a Dios padre con el ser y a Dios hijo con la verdad. El amar a Dios, para San Agustín, significa amar al amor; sin embargo, para realizar esto, primero se debe amar a quien ama, por lo tanto, el hombre sede amar a otros hombres para poder amar Dios, formando así un vínculo con el otro. El amor tiende a unir al amante y a lo que se ama, es el principio de unidad, dador del sentido de vida.





Santo Tomas de Aquino:

Para quien el amor es igual al apetito natural, una inclinación. La cual es diferente, según la naturaleza de la que se trate, por tanto existe:

un amor natural, la inclinación que Dios ha puesto en los seres creados, es un recto amor.

Un amor intelectual, aún más perfecto que el amor natural. Es el que perfecciona, es caridad y virtud. Y es la caridad a la cuál definió como la amistad del hombre con Dios, la cual busca el bien de quien se ama sin intentar apropiarse de ese bien.





Sor Juana Inés de la Cruz:

Postula una filosofía del amor, exponiendo sus diferentes posibilidades: el amor divino donde refiere a la deidad como "Dios en cuanto a dios" y la separa de la divinidad de las sagradas escrituras; el amor profano donde se exponen las diversas facetas del amor que es capaz de experimentar el ser humano (a los hijos, a la pareja, a si mismo) y el amor al conocimiento, pensamiento que se plasma es su poema Primero Sueño.





Descartes:

Escribió al amor como una emoción del alma, generada por el movimiento de los espíritus vitales, por tanto, el amor es una afección independiente del cuerpo. Y son estos espíritus, los cuales impulsan la unión voluntaria con los objetos que parecen más convenientes y se consideran buenas.





Leibniz:

Afirmó que al amar sinceramente se busca el placer en la satisfacción que provoca la felicidad del otro y, en consecuencia, ante la infelicidad del otro, el sentimiento de dolor se presentaría en nosotros. El placer que buscamos esta unido a la persona amada.





Schopenhauer:

La voluntad de vivir  en el ambiente del amor. En el mundo de las apariencias vive la persona que ama. Quien cree satisfacer sus anhelos individuales víctima de una ilusión, pero es la voluntad de vida que desea perpetuarse en la especie la que en realidad lo empuja a actuar. La naturaleza utiliza como estratagema al amor para lograr sus fines de conservación, resultando de ello que el individuo trabaje para la especie, motivado por el amor a realizar incluso sacrificios, con la idea de que lo hace de forma egoísta para su propio provecho.





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